ROSA
Recuerdo a Rosi desde mi bautismo, asomada con su sonrisa dándome
la bienvenida.
Estaba pulcro y repolludo con mi traje de cristianar y un gorrito
para proteger la cabeza. Iba en brazos de mis padrinos, a la sazón mis
hermanos, uno de cada sexo, como manda la tradición que sean los padrinos.
Recuerdo también un cierto número de gente que, más tarde me
enteré, eran amigos y pertenecientes a una rondalla de esas que tocaban
canciones populares en la época de los coros y danzas.
Mis intereses por aquellos tiempos no pasaban más allá de dormir y
comer, por lo que no puedo ser muy exhaustivo en los pormenores, aparte
claro, de la sonrisa de bienvenida,
porque agrada que te reciban amablemente.
Transcurridos unos años de los que no tengo noción, supongo que es
imposible recordar toda la infancia por muy memorioso que se sea, la siguiente
imagen que recuerdo es la de mi madre encasquetándome un sombrerito tirolés
frente al espejo, maqueándome convenientemente para la boda de mi hermano y
Rosi.
Eran tiempos duros en los que podía faltar algún progenitor que se
solucionaba con la mejor voluntad. Así que mi Padre, fue de padrino de boda
aunque no le correspondiera, del brazo de su nuera. Esto lo puedo afirmar
porqué recibí las explicaciones oportunas, tampoco es que tuviera especial
interés, pero se me quedó grabado.
Contaba, que les vi, a mi Padre y a Rosa, de blanco y tul, camino
del altar donde les esperaba mi hermano. Padre muy ufano y orgulloso, Rosi con
una sonrisa entre la timidez y la alegría.
Como más tarde colegí fue la primera reunión no oficial del club
de los sufridos en pleno: familiares y amigos.
Y el convite. En los famosos salones, de los que no recuerdo el
nombre, pero que seguro eran famosos, nos amontonamos en mesas en las que tenía
reservado un lugar en la principal, donde los novios, al lado de mi hermana.
Y entre plato y plato, exclamaciones y vítores, llegó el momento
de la tarta con helado. A mí lo de la tarta no me hacía tilín, pero el alborozo
general molaba y probé el helado.
Es mi primer recuerdo de comer helado, y lo que me gustó aquello.
Así que hasta ahora llevamos sonrisas y un helado. Para mí que son
recuerdos dulces.
De vuelta de la emigración a Suiza les dió un arrebato (tampoco
voy a entrar en ello) y trajeron al mundo a una sobrina, lo de que fuera su
primer hijo es secundario, lo importante es que fui tío por primera vez, mas
tarde repetiría como tío majete.
Por mor de hacerme el interesante casqué lo de que “feo es el
bebe” recibiendo la reprobación generalizada y a la que Rosi no dio
importancia. En eso siempre ha sido y es única.
Han pasado algunos años y cuando quise ejercer de tío y pasaba a
por mis sobrinos, mi cuñada me tenía preparado un plato de croquetas, y vivían
en Alcorcón, lo que puede dar pie a todo tipo de similitudes chistosas.
Ahora, cuando las canas clarean mi barba, la veo acompañada de sus
nietas, como sí el tiempo no importara nada,
enseñando sonrisas, regalándonos motivos para reír.
Y me siento agradecido.