Añoranza de la infancia
Hay un árbol que cubre con púas
su fruto como los erizos y tras su áspero aspecto se esconde la castaña.
Esas mismas que en un cucurucho
de papel de periódico calentaban las manos en el frío intenso de la ciudad.
Pelar el fruto con manos
ateridas, morder la castaña y pasearla de un lado a otro de la boca para no
quemarse la lengua, son los recuerdos de mi niñez ya pasada, morriñas de un
pasado que ahora evoco con el peso de lo vivido cargando mis hombros,
rememorando ahora, los pasos perdidos en el tiempo.