Binocular
Los que disponen de una visión normal, es decir, binocular, no pueden
disfrutar, aunque se ejerciten, de las exóticas formas que se insinúan en las
sombras. Su visión frontal es una rémora a la hora de descubrir el amplio
abanico de formas sutiles que aparecen por el rabillo del ojo y que, al no
estar obligado a acompasarse con el otro ojo, nos evita los sustos que nos
asaltan desde el reino de los sueños, otros dirán del mundo de la magia.
He
de reconocer el mal rollo de algunos seres humanos y sus miedos inclasificables
con sus deformadas visiones de monstruos horripilantes.
Temidos monstruos.
Deformes formas.
Amenazantes sombras.
No nos engañemos, a mí también me ha
pasado notar algo desagradable, pero eso no me impide apreciar, alguna vez que
otra, las gracias y los divertimentos de los juegos de luz sobre la vitrina o
esa hoja de parra del parque que, movida por el viento, parece correr llevando
sobre su lomo algún ser diminuto, a ser posible de los mágicos, que, de los
reptantes, por muy reales que sean, no quiero saber nada. Ni verlos, ni
mentarlos.
No siempre me gusta lo que veo al
entrecerrar los ojos.
¿Te pasa a ti lo mismo?