14 de junio de 2010

Ava Gardner y 55 días en Pekín

Hay una vieja película, con la estimable presencia de Ava Gardner y otros varios y reconocidos actores de aquellos de impecable prestancia y fino porte, que nos adentra en una aventura, en el lejano Oriente, “55 días en Pekín”. Ítem más, es una de esas superproducciones rodadas por estos lares patrios, España. En ella pudimos salir miles de figurantes, también conocidos como extras, que con unas tiritas en los ojos podíamos pasar, de lejos, por unos chinos malones.
Y Ava Gardner, pedazo de mujer paseando por los sets de rodaje, y nosotros, con una coleta colgando del gorro chino.
Era divertido, pues lo único que teníamos que hacer era hacer bulto. Las caídas y volteretas las hacían los extras, que para eso cobraban un plus de peligrosidad. Nos daban unos bocatas y una botella de agua que en realidad utilizábamos para refrescarnos los pies, pues un emprendedor de la época había montado  una expendeduría de birras, y ansí, botellín a botellín se nos iba media paga. Entre el grupo de la coleta teníamos un enterao y nos daba la brasa con las cosas de los chinos. Con sí los chinos esto, que sí los chinos aquello, que sí había un librito colorao y un tal Mao, (Mao, -igualito que las cervezas).
Y lo que yo le decía:
 – Sí ¡Hombre!. Desde china van a venir. Además no tendrán cosas mejor que hacer que vernos a nosotros haciendo el chino.
El caso es que se empeñó en contarnos el argumento de la película, pero sin destriparnos el final que da mucha rabia enterarse antes de tiempo. La cosa va de una emperatriz de esas de las enrevesadas, que a las Potencias les ponía una cara y, por detrás, a la chita callando, intentaba hacerles la cusqui. La muy lista jugaba a dos cartas. Primero les montaba unos fiestorros la mar de apañados y luego les financiaba a los boxers (chinos malones) sus perrerías y altercados con los comerciantes “imperialistas”, en terminología del susodicho. Varias veces intenté que me explicara porqué tenían que usar boxers y no slips como nosotros. El muy sosainas se pillaba unos rebotes, y amenazaba con no volver a dirigirme la palabra, pero como era un admirador de Mahou, siempre terminaba acercándose a nosotros a por una cervecita. Después de muchas idas y venidas para asaltar un parapeto, nos atacan por la retaguardia los potentes, quiero decir, los soldados de las potencias que vienen a socorrer a sus compatriotas. Nos dan pal pelo y luego van y se quedan con Hong Kong, que eso no sale en la película pero que nos lo contaba el compañero en voz baja, como en secreto.
Resumiendo, a grandes rasgos el intríngulis, a eso lo llamaron “Diplomacia de las Cañoneras”, y estriba más o menos en lo siguiente: Tú le quieres vender algo a alguien, un suponer, opio, y los del lugar se mosquean y, que nasti de plasti, que no quieren comerciar con el opio, y sólo saben poner pegas, que es adictivo, que mata a mucha gente. Entonces van y se arrancan con una ley para prohibir la venta y el comercio de opio en China. Y tu ves que la balanza de pagos se desnivela y encima quieren meter a tus comerciantes en la cárcel por saltarse la ley. Y notas que cada vez se ponen más farrucos, y hasta han llegado a pegar a unos sacerdotes que estaban allí, a sus cositas, sin meterse con nadie. Bueno, se aprovecha la coyuntura, se hace publicidad del incidente, les mandas unas cañoneras, que eran los barcos guerreros de la época, y también unos soldados, que para determinadas cosas no hay nada mejor para patear el terreno. Y, tras los rifirrafes, consigues dominar la situación, que deroguen la ley, y como compensación, te quedas con Hong Kong.
Vale. ¿Y que pinta Ava Gardner en todo esto aparte de ser muy guapa?
¿Y que nos importa a nosotros lo que pasó en China hace 150 años o más?
Bueno, es lo que tiene el cine, la historia nos importa poco sí esta bien contada y las actrices traspasan la pantalla. Supongo que para determinado público importan los actores, yo en eso soy muy liberal y no me importa que en una misma película haya un actor estupendo y una actriz estupenda, es más creo que no están de más para amenizar una historia, incluso cuando son muchos los interpretes, pues eso da pie a variadas y divertidas situaciones.
Y Ava Gardner ¡Que guapa!