3 de julio de 2009

Me gusta leer


¡ Hala ¡ , a leer.

Y aprendí a leer entre la calle y la escuela.
Es un recuerdo imperecedero, grabado y adornado en mi memoria. Iba con mi madre de la mano y a la salida de metro de Arguelles, esquina Altamirano, al lado del Cine Princesa en la calle de ídem, en la boca del metro, en todo lo alto, un emblema en rojo y azul con la palabra METRO, ostensiblemente visible, lo que hoy diríamos un logotipo eficaz.
Estaba en la fase en la que mi primera maestra, para leer me indicaba la eme con la e, -Me, la te con la r y con la o, -Tro. Todo junto -Metro. ¿Como explicar el éxtasis Teresiano que experimente al relacionar en mi mente lo leído y su significado?. Esa sensación de comprender, de relacionar, el momento sublime de entender, no hay parangón, ni la magdalena de Proust, ni farrapo de gaitas. ¡Ese fue el momento.! (Ahora unas fanfarrias, tampoco vendrían mal).
Mi madre debió pensar o exclamar –este crío-, ante mi expresión alucinada y esa afirmación tajante – ¡Mamá, ya se leer! – y para demostrárselo le solté – ahí pone calzados Elma y es una zapatería -, como se puede constatar, yo ahí, con poderío, sin cortarme un pelo, en plan torero, o sí se prefiere en plan castizo.
Esto era un domingo y quería ya una cartilla de más nivel. Me tuve que aguantar y esperar al lunes. ¿En fin!. Que se le iba hacer. Sí hay que esperar…
Me compraron la siguiente cartilla a pesar de mi insistencia de una superior, me compraron la que les dijera el maestro, siempre pensé que fue un dispendio innecesario. Aquella cartilla, sólo tenía frases y yo quería leer.
Esa frustración tan marcada a fuego en mi subconsciente, me persigue al día de hoy y me hace seguir leyendo, a mi edad, al menos un libro al año, porque sí no tengo la sensación de no quedarme a gusto. Ítem más. ¡Hasta ensayos he leído!. Y es que cuando me pongo…
Os invito sin más a la lectura sin obligación alguna, solo por daros el gustazo, pero antes que nada advertiros que tampoco es caro, sí te haces socio de una biblioteca lo amortizas enseguida.
¡Hala¡ a leer.
Se ofrecen en varios tamaños y texturas, variedad de temas, se opina de todo, te ríes, lloras a moco extendido, viajas y sí se te ha pasado algo, lo puedes volver a leer es decir le das al review. Es una cosa que mola. También sirve para llevar en el Metro.
¡Hala¡ a leer.
No te cortes, conviértelo en moda. Haz la prueba.
Yo desde que decidí leer un libro al año, como que me siento más culto y refinado.
¡Hala¡ a leer.

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