27 de mayo de 2009

Cementerio de piedra

Cementerio de piedra.

Otro turista cultural, sí, es lo que soy. Voy caminando sobre las viejas piedras sin verlas apenas, anonadado por las pinturas colgadas de la pared de esta o aquella vieja iglesia, sentado en las bancadas de madera contemplo artesonados, cruceros, cúpulas plenos de frescos y otras decoraciones y dirijo mi mirada en torno mio y encuentro entre los confesionarios, las pequeñas capillas dedicadas a las divinidades locales.

En otro tiempo sus aborígenes, en su tiempo de esplendor, dedicaron su tiempo, su dinero, sus energías en realzar su lugar, un aquí estamos. El paso del tiempo convirtió su ostentación o su devoción en un regalo para nuestros sentidos, es tanto lo apreciable, lo estimulante que produce vahídos en todos los poros de mi cuerpo, es el mal de Sthendal, lo conozco, es en este momento que sé, que debo retirarme a dormir, refugiarme en el hotel, acostarse y dormir, sólo después seré capaz de admirar de comprender las sensaciones, las impresiones visuales, todo esto, todo eso y poder volver mañana al mismo sitio o correr a otra localidad cercana.

Caminar bajo el ábside de las viejas iglesias, recorrer los pasillos de los viejos palacios decorados según el gusto del momento.

Algo extraño en la noche. Otra pesadilla. Navego por un mar en una barca irreconocible, todo se mueve alrededor, siento nauseas, tengo ganas de vomitar, debo despertar e ir al baño, estos instantes previos a la vigilia son mi tortura.

Al fin abro los ojos, la sensación en el estomago prevalece. Y como te diría, la cama se mueve, que pasa, la lampara del techo transformada en un péndulo, un jarrón volando cae al suelo con estrépito: me pregunto “ estoy despierto”, no he salido de mi pesadilla, estoy en otra pesadilla. Estoy en la pesadilla. Veo como en una muda película las paredes abombarse y retroceder (no me satisfacen estos efectos visuales). Se va pintando una linea en la pared, una grieta. Voy a levantarme. Tengo miedo.
Esta pared abombada cede, cae sobre mí, la sostendré con mis brazos levantados.

Despierto.

Cuanto tiempo ha pasado, parece que mis brazos no sostuvieron la pared, encuentro mi cuerpo cubierto de materiales de derribo, no entiendo que es esto. Como he llegado a aquí.

El yeso en mi boca no es un sabor especialmente agradable y dentro de mis narices el polvo me hace estornudar, los tosidos arranca punzadas de mi pecho cada vez mas dolorosas.

Algún hueso roto supongo, me duele el vientre, aunque antes lo tuviera revuelto y esta opresión en el pecho. Un batiburrillo de dolores me impide aclarar cual es mi verdadero estado. No muy halagüeño.

Oigo mi quejido y me duele, cuanto tiempo llevo aquí. Es el tiempo tan lento como lo siento. Estoy solo que me ha pasado, que ha pasado.

Cualquier intento de moverse es salpicado por numerosos dolores, quejidos del cuerpo me avisan estos de mi autentica situación, tumbado en la cama rodeado de vigas desplomadas, ladrillos caídos, tierras de cal y yeso, pintura, que otrora estuvo en la pared y en el techo.

Dejate de devaneos y solicita ayuda, pídela, exígela, grítala.

Grito, todo el aire emitido es apenas audible para mi mismo, como voy a ser oído, como va a traspasar el sonido la barrera de tanto escombro, de tanto aislante sonoro. Tirito y no tengo frío, genero sudor y este se mezcla con el yeso formado nueva argamasa.

Sí me muevo me duele, sí grito ni yo me oigo.

!Existe la posibilidad de que me saquen de aquí!.

Y si no todo el terror concentrado en este instante, puedo morir aquí enterrado.


La histeria, tranquilo dominate.

A qué esperan para rescatarme, quiero salir en los telediarios transmitiendo una sonrisa agradecida. Están tardando mucho y esta pared cada vez es mas molesta.

Recito mis plegarias para despertar la inspiración divina, estas, los acercara a donde estoy. De momento no funciona, insistiré ...

Cuanto tiempo llevo aquí. Porqué me vienen a la memoria hechos pasados, esos momentos que no son lo mejor de mí. Recuerdo hechos triviales, es decepcionante no disponer de unos buenos hitos en la memoria, esta claro no soy importante, he de reconocer mi insignificancia.

Van brotando en este extraño manantial de la memoria, aquellos recuerdos olvidados y que aún hoy en día me llenan de secreto oprobio, de infinita vergüenza, son los actos de pura cobardía, sí, y aquellos otros en que fui risible, especialmente para mí.

Acabo de reconocer el olor del ladrillo, creo tener encima de mi cabeza un montón de ellos, una amalgama de cerámica burda, nada artística, poco estilosa, nada similar a las nobles piedras revisitadas continuamente, primero por mis ojos, después por la memoria.

Porqué no vienen a buscarme ya, me veo muerto y estos rescatadores sin venir. Es en estos momentos cuando aprecio a los bomberos o a los voluntarios profesionales. Esas películas tan intensas en los que el héroe se enfrenta a las autoridades porqué el sabe que ahí hay supervivientes.

Para mí que ya están tardando.

Tengo la sensación de estar continuamente mareado.

Me aburre tanto espera. Voy a morirme.

¡Ultima hora!

Después de tres días de levantar escombros aún siguen apareciendo cadáveres. Las cuentas marcan ya 248 muertos y 73 desaparecidos.

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