La casa rota
Haciendo esquina, en la manzana de la
calle donde vivía, había una casa rota.
Un nombre para
identificar el lugar, que luego he oído repetido para definir otros
lugares, otras geografías.
La fachada en un ladrillo visto con
impactos, tenía, o así lo recuerdo, una especie de arcos en la fachada de la
planta baja, unos arcos sin vano, mero adorno que agradaba a la vista.
No tenía portal, no tenía ventanas,
estaban tapiados los huecos con algún tipo de ladrillo, distinto del conjunto,
que lo afeaba.
Mis padres, gente de orden, pobres,
afines al régimen, me enseñaron a desconfiar de los habitantes de la casa rota.
—Ten cuidado y no andes remoloneando
por ahí, no sea que llegue la policía.
Con algún chiquillo del lugar me
aventuré entre los escombros que servían como hogar a estos chavales y sus
familias.
Una vez, solo una vez, hay en mi
memoria un recuerdo de sus gentes. Hoy me arrepiento de no saber quiénes eran,
por qué acabaron allí, en la casa rota.
Me resultaba mágico correr con otros
chavales entre los cascotes, mientras los adultos trajinaban en sus quehaceres.
Veíamos a una mujer haciendo la comida
y me pareció ver a un hombre leer el periódico.
Un día desaparecieron sus habitantes y
los huecos fueron tapiados consistentemente, un día, y en silencio.
Un tiempo después, la casa fue
demolida a puro golpe, con sudor y piquetas, y empezó la construcción de un
edificio moderno. Al ocupar su lugar, conservó algo de la magia antigua. Una
impronta del pasado con un artilugio del futuro.
Dos cosas embellecen su
recuerdo.
Lo exótico de un garaje con portón
elevadizo, del que brotaba, de vez en cuando, algún vehículo, en tiempos en los
que eran innecesarios los garajes en Madrid, habiendo tanto sitio en la
calle.
Y en la propia esquina, una librería
de estrambótico nombre, Antonio Machado. Nunca entré, aunque pasaba el tiempo
mirando sus escaparates cuando estaban intactos.
Mirar y no tocar.
Y el silencio.
Lugar de encuentro donde se podía
practicar el lanzamiento de piedra y la pintura con mensaje, a la par que
cualquier forma de expresión definida por su ideología.
Tuvo su punto, antes de, durante y en
la transición a la democracia.
Mañana voy a pasar por la calle Benito
Gutiérrez a propósito, y a propósito entraré en la librería Antonio Machado; a propósito,
compraré un libro y a propósito será un libro de poemas de Antonio. Y otro será
de Manuel.
Porque don Antonio se merece que
recordemos a su hermano.