Cuando esperaba en el ascensor el cierre
de las puertas, y de esa manera poder ascender al hogar, vislumbré una
sombra conocida, aunque fugaz; el intento de confirmar mi sospecha me llevó a
asomar la cabeza para llamarla por su nombre al tiempo que las puertas
empezaban a cerrarse, éstas al plegarse en corredera me
atraparon dejando mi cabeza fuera. No me cortó la testa, sólo me dejó atrapado
con los hombros dentro y sin posibilidad de moverme.
La seguridad intrínseca del sistema fijó
la caja en esa posición: no iba para arriba ni para abajo, en ese sentido tenía
la certeza de conservar la integridad de una parte de mi cuerpo a la que tengo
especial aprecio.
Desde mi posición no podía apretar la
alarma, mis fuerzas no ejercían la presión suficiente para abrir la puerta y
los estirones para meter la cabeza me producían rozaduras además de un fuerte
dolor de cabeza.
Siempre hay gente utilizando el elevador,
pero parecía que todo el mundo andaba de vacaciones y con ello el tiempo pasaba
parsimonioso, mientras, me iba impacientando a la par que temía que se
estropearan los sistemas de seguridad y acabara cayendo con el riesgo que para
mi conllevaba.
Un caballero vecino quiso coger el
ascensor, me preguntó que hacía y si no me importaba desencajar la cabeza para
poder desplazarse a su domicilio, le expliqué que no era mi intención
molestarle, que me encontraba en una situación incomoda no por mi gusto y que
si tenía a bien avisar al portero o en su defecto al servicio de averías para
poder sacarme de allí pues además se me hacia tarde para ir al trabajo; enarcó
una ceja y sin mediar palabra se dio la vuelta. Deseé que se dirigiera en busca
del portero o al menos que avisara a los de averías; no sin sorpresa lo que oí
fue la puerta de las escaleras que dan acceso a los pisos, no la del portal,
que me parecía a mí más útil si se quería llamar al portero o a las urgencias
del ascensor. En esos momento se me escapó un exabrupto que afortunadamente no
escuchó nadie. A todo esto el teléfono no paraba de sonar, al intentar cogerlo
del bolsillo del pantalón se me escurrió de la mano, el sonido que hizo al caer
al suelo me confirmó su desparrame seguido por el cese de los timbrazos, me
tranquilizó, aunque se abrían peores expectativas para conseguir una ayuda por
mis propios medios.
Un par de horas de tensa espera.
Los primeros vecinos que llegaban, al menos me daban conversación. Uno de
ellos bajó con una botella de aceite que vertió abundantemente sobre mi cabeza
para empujarla y así poder meterme dentro del ascensor. Opuse cierta
resistencia ya que me aterraba la posibilidad de quedarme dentro del ascensor
lo que motivó que se marchara enfadado y musitando por lo bajini si es
que encima es tonto.
En eso, avisado por un buen corazón llegó
el portero, me pareció que se acababa mi apresamiento pues traía la llave
que liberaba las puertas, no me importa reconocerlo: me invadió el optimismo.
Hizo el portero las operaciones
necesarias, pero la puerta seguía sin abrirse. Entre varios intentaron, jalando
de la puerta, que ésta se abriera, esta vez quien oponía resistencia era la
puerta que, una de dos, o era más recia de lo previsto o los hombres de hoy en
día ya no son lo que eran. Quedamos entonces en esperar al servicio técnico.
El inconfundible uniforme de los
operarios del ascensor, recio mono de trabajo azul, significó un alivio a mi
maltrecho estado anímico en sus horas más bajas y, a la vez, una vergüenza por
venir.
Los susodichos y el portero, con la
habilidad que se les supone, desatrancaron la puerta, consiguieron retirar mi
cabeza de su prisión al tiempo que oía los comentarios sobre la peste que
ascendía del elevador: restos sólidos y líquidos que mojaban mis pantalones y
se extendían, tampoco tanto, por el linóleo del ascensor.
Lo peor de ser un tipo circunspecto es
que sucesos como éste te vuelven la rechifla del vecindario y los niños al
verme se tapan la nariz mientras se ríen de esa forma suya tan escandalosa.
Mi posición se ha visto comprometida
siendo como soy el presidente de la comunidad.
¿Con que cara les hablo de una derrama que debemos hacer para revisar
... el ascensor?