Escondidos por los pliegues de la memoria
persisten recuerdos de alguna ausencia.
Nos asaltan a veces las añoranzas.
En un sabor, por un olor, en la tristeza.
Y aún nos viven, las esencias perdidas,
Entre el corazón y el alma.
Nuestra historia es a veces un acumular
Lugares y gentes que otros olvidarán,
Somos, como no, un almacén de nuestras ausencias,
Guardados los llevamos a todas partes.
Lo que perdimos y nos aflora
con un nudo en la garganta,
Tan de improviso,
Con un duelo tan persistente.
Pues conservamos nuestro pasado
En la caja de los dolores,
Y en el baúl de los mimos.
Nos dañan las ausencias por no poder abrazarles de nuevo
Y dejarse acunar como niños, al calor de su regazo.
Nos duele a veces recordar, y las decisiones tomadas.
Intento vivir con las ausencias acumuladas
Que el tiempo me dejó.
Y escojo para su homenaje todas las gracias
Que en su día sufrí.
Y siguen vivos en ti y en mí
con sus risas e ingenuas picardías.
Todo el mundo sufre de ausencias.
Ausencias para recordar
Y a veces, cierro los ojos para verles mejor.