
Cine de Verano
Bajo la presión del entorno sucumbe
una vez más los espacios de mi infancia.
—Me robaron el cine de verano.
—Hasta luego Luckas.
A mí me gustaba el
cine de verano.
El lugar donde
veraneo. Un fuerte calor y una gran humedad. Es el Bochorno.
Había noches,
calurosas noches, cargadas de bocatas. Una familia con críos, con abuelos, y
con cojines.
Cojines bajo el
brazo, cada uno con el suyo y unas rebecas p'al relente.
En la pantalla una
peli, en la mano palomitas of course, agua, refrescos y una cerveza para
papá.
Las palomitas eran
nuestro premio después de acabar el bocata.
Un clamoroso
estrépito saluda el trompazo que se ha ganado el villano, ese pedazo de
malhechor y malandrín. Es influencia del abuelo.
El abuelo nos manda
callar, pues no se entera de la película. Afortunadamente, los otros niños, en
el cine no le hacen caso. Se abre la veda para vitorear en el cine.
Mi hermano pequeño
siempre se duerme a mitad de la película y tengo que contársela luego. Yo me
encorajino, porque si se va a dormir, que se quede en casa viendo la tele.
Abrieron un cine
para todas las estaciones, con aire climatizado.
Nos cerraron el
cine de verano.
Adiós al bocata,
las palomitas y a volver medio dormido, a caballo sobre mi padre.
Adiós a la doble
sesión continua.
Ahora he ganado,
una única película, al doble de precio, con aire acondicionado y en silencio.
¡Que como venga el acomodador!...
Adiós al cine de
verano. Adiós