De un tiempo a
esta parte escucho con asiduidad una frase: Poner en valor. Disculpen
amigos lectores si reconozco mi ignorancia al respecto. ¡Lo que me ha costado
entender el susodicho par de palabras!; parece ser que es volver una cosa atractiva
desde el punto de vista comercial y de la que se puede sacar unos billetitos,
con comisiones, por supuesto. Quiero decir: emprender un negocio.
Así que, decidido, voy a ponerme en
valor. Como no se me ocurre mejor manera voy a utilizar las canas de mi barba
para hacer anillos blancos (muy propios para las fechas que se avecinan) que
provistos del pertinente certificado de autenticidad, y por un elevado precio,
aún por decidir, añaden un punto de originalidad sorprendiendo a tu pareja o
parejo con un regalo insólito.
Qué mejor manera de fomentar una
crecida de mi cuenta corriente, a la par que una mínima inversión en materia
prima. Me rasuro, mando mis canas a China, me las reenvían preparadas para
regalo y me aseguro mediante contrato
de los posibles royalties que devenguen los anillos piratas bajo licencia.
Si todo sale bien, y la demanda es
suficiente, podré ampliar el negocio a bonitos collares engarzados en trenza,
gestionados previo corte de pelo.
Se podría pensar en poner en valor
otras partes del cuerpo, pero la edad me cohíbe por un lado, y de otro, me
reconozco carente del sex-appeal necesario para saltar al mundo de la
televisión y de la prensa, no siendo
valladar que impida a otras gentes sus andares por las redes esas.
Bien, dicho esto, ya me siento más
moderno, además contribuyo a generar unos intercambios comerciales para salir
cuanto antes de la crisis, por lo que invito a todo el mundo a lanzarse a la
aventura de Ponerse en valor, con el único inconveniente de encontrar el
valor del que se disponga.
N.B.
Agradecería que
no me pisarais la idea y escogieseis otro elemento que os sea propio, no
vayamos a saturar el mercado antes de tiempo.