10 de diciembre de 2013

Ponerme en valor

De un tiempo a esta parte escucho con asiduidad una frase: Poner en valor. Disculpen amigos lectores si reconozco mi ignorancia al respecto. ¡Lo que me ha costado entender el susodicho par de palabras!; parece ser que es volver una cosa atractiva desde el punto de vista comercial y de la que se puede sacar unos billetitos, con comisiones, por supuesto. Quiero decir: emprender un negocio.
            Así que, decidido, voy a ponerme en valor. Como no se me ocurre mejor manera voy a utilizar las canas de mi barba para hacer anillos blancos (muy propios para las fechas que se avecinan) que provistos del pertinente certificado de autenticidad, y por un elevado precio, aún por decidir, añaden un punto de originalidad sorprendiendo a tu pareja o parejo con un regalo insólito.
            Qué mejor manera de fomentar una crecida de mi cuenta corriente, a la par que una mínima inversión en materia prima. Me rasuro, mando mis canas a China, me las reenvían preparadas para regalo y  me aseguro mediante contrato de los posibles royalties que devenguen los anillos piratas bajo licencia.
            Si todo sale bien, y la demanda es suficiente, podré ampliar el negocio a bonitos collares engarzados en trenza, gestionados previo corte de pelo.
            Se podría pensar en poner en valor otras partes del cuerpo, pero la edad me cohíbe por un lado, y de otro, me reconozco carente del sex-appeal necesario para saltar al mundo de la televisión y  de la prensa, no siendo valladar que impida a otras gentes sus andares por las redes esas.
            Bien, dicho esto, ya me siento más moderno, además contribuyo a generar unos intercambios comerciales para salir cuanto antes de la crisis, por lo que invito a todo el mundo a lanzarse a la aventura de Ponerse en valor, con el único inconveniente de encontrar el valor  del que se disponga.

N.B.

Agradecería que no me pisarais la idea y escogieseis otro elemento que os sea propio, no vayamos a saturar el mercado antes de tiempo.