II
Presta el carballo
presta el arce
hojas a las barredoras máquinas.
Imprégnase el cemento de lustre efímero,
dando a la brea atractiva oscuridad.
Emporios de hierro y cristal, metrópolis.
Por una vez aseadas entre tantas miasmas cotidianas.
Se conservan reservas vegetales
reductos para abuelas y emigrantes
lugares con toboganes.
Y los niños preguntan se caen las hojas.
En la respuesta un hálito de tristeza
en estos otoños perfectos.
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