30 de abril de 2010

Mi hermana que sabe contar historias


         Las mejores películas que he visto, me las ha contado mi hermana, (Pepita). Su voz, su entusiasmo, su narración, nos tenía a mi madre y a mí, embelesados.
         Mi madre y mi hermana con el tiempo indistinguibles.
         Mi madre versus mi hermana, dos caracteres a la greña, dos mujeres de armas tomar.
         Mi madre la severidad. Una fachada que anteponía a si misma, sus gestos, las mas de las veces dirigidos a Pepa, se esfumaban cuando está nos narraba sus historias de cine.
         Ahí estábamos los dos, mi madre y yo, en la cocina, escuchando sin perder ripio, la voz y los gestos que acompañan a la película recién vista.
         Como nos llevaba de a poquitos, metiéndonos en el intríngulis fílmico. Su habla con representación incluida, de la mas teatrera de la familia.
         Mi hermana, once años mayor que yo , nos traía noticias de lo que ocurría afuera, en el mundo. Y me entusiasmaba, me hubiese gustado saber ver, como ella.
         Hay una tradición oral, que nos habla de un tiempo muy pretérito, cuando había un abuelo nuestro dedicado a rimar y a tocar la gaita, por las aldeas del Occidente Astur, desde La Braña.
         Pepa es su heredera directa. Un talento familiar prendido en su caletre de contadora, transformando aquellas viejas películas en un mundo mágico.
         Así paso, que sí alguna vez, vi su película, no era ni por asomo, la décima parte de bella que lo contado por ella.
         En el calor de la cocina nos reuníamos los tres, mi madre, mi hermana y yo.
         Mi padre se había ido al trabajo, en la fábrica donde trabajaba de vigilante nocturno. Mi hermano de emigrante en Suiza.
         Solos los tres, mis madres y yo, el benjamín.
         A veces no eran películas, eran sucedidos. No nos importaba, mi mama grande y yo, escuchábamos, y Pepa se paseaba, gesticulaba y veíamos claramente, con esa extraña capacidad para volver en imágenes, todas sus palabras.
Me hubiese gustado tener su talento, aunque algo se me ha pegado, un poquito de imaginación, un poquito de palabrería y con ello pretendo ser el bisnieto del titiritero. Un titiritero en papel, sobre un papel.
Pues yo crecí acunado entre sus brazos y sus historias, mi madrina, mi hada madrina, mi hermana.

El tiempo y la enfermedad atenuaron su voz, pero no te engañes, está ahí, y sigo bebiendo, copiando, plagiando historias.
Historias de amigos y familiares, trágicas o divertidas. Historias que nunca me cansan.

Las romerías con sus bailes, el cine y los paseos, los cuentos del trabajo, historias de los que se fueron, historias de los que están  al lado. Y su hija.
La juglaresa, la trovadora, mi madrina.
Recuerdo sus historia de oficina, sus trabajos y decepciones,
Cuando empecé a trabajar y a aprender de la vida, comprendí que cualquier cosa que me pasara era mejor si me lo contaba mi hermana.

Pues yo crecí acunado entre sus brazos y sus historias, mi madrina, mi hada madrina, mi hermana.


1 comentario:

  1. De lo que voy leyendo ya son tres las cosas que me cautivan y me hacen morir de envidia por no haberlas vivido;una es la vivencia de Silos,ese saber colmarse el alma con las voces de los monjes,otra es haber bebido en pajita la miel del panal como tú la bebiste y la última tener una hermana-madre que te contaba cosas hermosas,maravilloso.Angel

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