10 de julio de 2009

mil camellos



Mil camellos en un oasis beben agua, comen dátiles.

Un beduino los ve, los quiere para sí.

Mil camellos rodean al Beduino y hacen vibrar el belfo inferior.
Mil camellos pastan en el oasis y el beduino se siente rico por tener mil camellos.

Al Beduino le gustaría llamar a sus amigos y hablarles de sus posesiones, de su nueva opulencia. Compartir con ellos su buena estrella.

Pero no se marcha por temor a que le roben.

Echa en falta una bella Hurí.
En todo caso, una familia, unos niños jugando, también unos envidiosos vecinos.

Pero no se marcha por temor a que le roben.

El Beduino sueña con viajar y conocer otras gentes, se ve a sí mismo comerciar con alfombras turcas, con delicadas pasminas.
Va y viene, llevando té, tomando té.
Conociendo.

Pero no se marcha por temor a que le roben.

Cada noche construye un nuevo palacio y unas hermosas cuadras para sus mil camellos.
Cada noche los amigos le traen presentes.
Cada noche les enseña los ricos establos llenos de mil camellos.

Cada día el sol derrite sus minaretes.
Cada día la arena sumerge su casa.
Cada día.

Ha pasado tanto tiempo y los camellos no tienen memoria. No hay nadie para contar la historia del Beduino de los mil camellos.
Hay un oasis con dos mil camellos, que beben agua, que comen dátiles, pastan tranquilos en el famoso oasis de los mil camellos.

Un beduino que les ve ...

Pero no se marcha por temor a que le roben.

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