13 de marzo de 2013

Un día perfecto para enamorar.


Después del ocaso surgen las primeras estrellas que titilan azules a lo lejos. Y la segunda vez que leí el poema de Neruda pensé  que era una errata, y que sería tilila, pero el diccionario me devolvió de sopetón mi ignorancia; más tarde para un mayor desconcierto descubrí en diferentes ediciones, indistintamente escrito ora de una forma, ora de otra manera. Una vez aprendido escogí para mi coleto recitar en sus oídos “titila”.
Justo antes de perderse el sol por la línea del horizonte, nos explicaba el docto profesor, al bajar la temperatura se mueve el aire en una suave brisa. Mi temperamento más romántico prefiere un ventarrón del norte forzando a las ramas de los árboles a mecerse violentamente, incluso quebrarse. Hay caracteres para todos los gustos y ocasión, y si esperas a una pastora mejor la brisa. En esto me viene a mientes un vago recuerdo de un poema hindú y las lágrimas que no te dejan apreciar las estrellas. Todo ejercicio de espera es duro y soportarlo requiere entrenamiento; mi truco, si se le puede llamar así, consiste en imaginarme alternativas, desarrollar diálogos, resolver complicaciones. He de reconocer lo infructuoso de mi preparación en muchos casos; la gente por sus propios motivos te cambia el diálogo que trabajosamente habías construido y te sale por peteneras, que es una forma imprevista según el acervo popular.
Todo está preparado para ella, la puesta de sol, la brisa, las estrellas saliendo y en mi magín los versos y requiebros que recitar al oído. Ahora solo falta que venga. ¡Que venga de una vez! Y es que me estoy impacientando.
Seguiré haciendo ejercicios; “suavemente acercarse para mirar al cielo y que mis labios titilen cerca de su oreja dejando que llegue un soplo de aliento, dejando que calen muy adentro las bellas palabras que otros hicieron para enamorar, y a lo mejor posar las yemas de los dedos en su brazo, y conseguir una respuesta de sus labios cuando rocen los míos”.
Al borde de la colina se ve la figura de la mujer pasear, por el sendero que lleva a la cima donde la espero. Y una sonrisa pícara o de triunfo se revela en mi cara al verla caminar. Compruebo que a mi alrededor todo esté perfecto, la brisa en la dirección correcta, los colores del ocaso dispuestos y refulgentes, y la yerba recién cortada tupida y cálida, el privilegiado lugar a punto.
Hoy va a ser un día perfecto para enamorar.

1 comentario:

  1. Pero qué ñoño es mi tío cuando quiere si si si!...
    Bueno q es broma..sólo un poco!
    Besos d Rachel!

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