Yendo por la
carretera en mi automóvil vi una señal triangular con un cérvido saltarín
pintado; seguí mi camino como otras veces, despreocupado, (en mi vida he visto
a un venado desenvolverse por el asfalto). Para mi sorpresa, en mitad de una
pequeña recta se movían, o mejor dicho, brincaban unos cuantos ciervos. Eran
cuatro o cinco y se dedicaban a piruetear con desenfado sin igual no exento de
gracia, interrumpiendo con ello, la libre circulación de vehículos.
Me orillé al
arcén y contemplé durante unos minutos la danza de los animales, que absortos
en sus juegos parecían disfrutar de lo lindo.
En mi caso
“hube” de sujetarme la barbilla que se descolgaba peligrosamente sobre el pecho
y que podría llegar a producir un doloroso desencajamiento de la misma.
Sorpresivamente
se pararon.
- ¡Ta Chan!
Alineados
miraron en mi dirección, astas en ristre y
puntito amenazantes. Alzaron su hocico y levantando el labio, lanzaron
su bramido.
-- ¿Y si nos han
confundido con una cervatilla?.
En caso de disponer de cámara o
teléfono, y de la necesaria templaza de ánimo, no lo dudes, inmortaliza el momento.
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