2 de marzo de 2025

Carmín

 

Carmín

 

            Una simple historia que ni se reflejara en los medios.

            No tiene signos externos visibles ni los tonos cromáticos de las pasiones al uso.

 

 


            Érase una vez un hombre que tenía trabajo en una empresa de cosmética.

            Quien le conocía no le definía como atrevido.

            Le prestaba el fútbol y reírse con los amigos,

            pero de una cosa hablaba poco y siempre con tópicos: de su mujer.

 

 

            En casa le gustaba mirarla, incluso a escondidas, y cuando no podía más

            se acercaba a abrazarla un segundo.

            También practicaban su poquito de sexo y se lo pasaban bien, muy bien,

            pero carecían del furor erótico de los filmes à la page.

 

 

 



            Érase una vez una mujer, no sé si trabajaba en casa, fuera, o en los dos sitios.

            Tenía un poco de fantasía para adornar con gracia los sucesos cotidianos.

            Sus amigas preferían los chismes de otras.

            En casa se sorprendía a veces cogiéndole de la mano o con un beso a traición,

            para disfrutar después de los destellos en sus ojos.

           

 



 

            Y llegó la tristeza.

            Ella fue al médico al sentir unas ligeras molestias.

 

            Se moría.

 

            Hubo unos días de calladas lágrimas.

            Hubo unos días de silencio.

 

 

            Ella decidió regalarle sus últimos instantes, con cuidado,

            con temor de recordar lo que estaba por venir.

 

            Él también.

  

 

            Fue un pacto no enunciado que los dos cumplían en toda ocasión,

            con la determinación de un destino.

 

 

            Fueron unos días sin apariencias, vivían el uno hacia el otro,

            se olvidaron de los demás.

            Y se arrepintieron de no haberlo hecho antes.

 

 

            Algo cambió dentro de él, tomando cuerpo cierta fatalidad.

            Tenía acceso a ciertas sustancias que pudo manipular de consuno.

            Estas, en dosis imperceptibles, se acumulan en el organismo

            hasta alcanzar el umbral del peligro y entonces, sin dolor,

            una muerte sobrevenida.

 

            Le hizo entonces un pintalabios rojo carmín, y le dijo:

            me gusta ese color sobre tus labios.

            Ella se lo ponía todos los días

            que transcurren. Un poco de existencia en la vida de todos.

            Él siempre lleva consigo otra barra de labios.

 

 

            Poco después de pintarse los labios sintió un mareo, un ligero vahído.

            Él, solícito, la ayudó a recostarse en la cama.

            Fue por un vaso de agua para ella y por su lápiz de labios.

            Se recostó a su lado y mordisqueó su rouge hasta sentirse mareado.

 

            Notó cómo el corazón de ella perdía fuerza.

            Mordió una última vez y con los ojos muy abiertos, a su lado,

            sin dejar de mirarla, fueron apagándose poco a poco, al unísono,

            muy juntos, en silencio.

 

            Cuando entró la Muerte, muy quedo, por no molestar.

            La Muerte lloró.

            Por primera vez.

            Lloró.

 

 

 

 

13 de diciembre de 2024



 

OTOÑO

III

 

Tantas hojas caídas

desplazadas por los vientos a otros corazones.

El barrendero apila los restos de los destrozados,

prende una chispa en los restos húmedos.

 

Chorro de humo gris,

de humo blanco,

sube cercando a las nubes encumbradas

diluyéndose,

difuminándose en los cielos,

y se condensa

en llantos sobre la tierra

por los muertos

por frustraciones,

nuevas,

antiguas.

 

Limpia heridas,

lava evocaciones,

murmullo de melancolía.

 

IV

 

Sana o se pudren

los restos del gastado corazón

habitado de reminiscencias grises y doradas.

El almacén de las cuitas

 

Obligaciones que no quisimos pagar.

Deudas que se negaron cobrar.

 

Losas de granito duro

encorvan nuestro cuerpo

abrumados pasos de lerdo discurrir.

Se alían los años con añoranzas.

Empiezan las rodillas a avisarnos de los años,

fluctuando, pinchando,

devolviendo nuestro pasado

  

V

 

La voz requiere unos signos inventados en el ayer.

Dar rienda suelta a esas palabras ocultas.

Oscuras. De odio.

Límpidas. De amor.

Eternas. Las inquinas.

Efímeras. Los deseos.

Persistentes. El olvido.

 

Los recuerdos habitados aún.

Los sueños necesarios para seguir hollando este suelo.

Dispongo de suficientes sustancias para pasar un buen rato.

El insulto forma parte de la vida moderna,

el nuevo arte cotidiano.

11 de diciembre de 2024

 



II

  

Presta el carballo

presta el arce

hojas a las barredoras máquinas.

 

Imprégnase el cemento de lustre efímero,

dando a la brea atractiva oscuridad.

Emporios de hierro y cristal, metrópolis.

Por una vez aseadas entre tantas miasmas cotidianas.

 

Se conservan reservas vegetales

reductos para abuelas y emigrantes

lugares con toboganes.

 

Y los niños preguntan se caen las hojas.

En la respuesta un hálito de tristeza

en estos otoños perfectos.

 

OTOÑO

Hay algo perfecto en el otoño. 

                                                                                Abril es el mes más cruel. T. S. Eliot

                 I

Hay algo perfecto en el otoño

con sus dorados,

con sus bronces.

Se visten entre sí aire y tierra.

combinando grises de un cielo encapotado,

oasis de azules

iluminando bosques que aún quedan

entre el asfalto y el cemento

de las urbes cada vez más próximas.


 

Hay algo perfecto en la lluvia de otoño

limpiando nuestro smog.

La mala baba suspendida en cada ciudad,

ciertamente, metafórica.

4 de noviembre de 2024

 


Bodas, bautizos, comuniones

 

En algunos de los acontecimientos se lanzaban caramelos al aire, incluso perroes, (monedas) y la chiquillería se abalanzaban como gaviotas a por los obsequios que un padrino contento ofrecía a los presentes. Los años, el cuidado de la vestimenta y el qué dirán, me relegó a observar displicente, pero sonriente, a los chavales que se reían y empujaban por obtener dinero o golosinas. En los labios se reflejaba una mueca que pretendía ser una sonrisa de superioridad adulta, pero que yo sabía que solo era envidia.

Yo siempre quería estar en medio del fregado y a la porra si se ensucia el traje. Por cosas como estas los que me conocen me dicen: A ver si creces, ya.

Yo quiero.

Saltar en los charcos.

Hurgar en los hormigueros.

Levantarles la falda a las chicas.

Tirar bolas de nieve con piedras en su interior. Pa´Descalabrarse.

Hurgarse la nariz.

Algunas cosas son impropias, antes y ahora. Pero es un gusto imaginarse en anarquía y locura, sin más, utilizar un palo como espada, ametralladora o pincel con el que escribir en la pared un nombre.

No especifiquemos, dejémoslo en el aire, no nombrar los motivos por los que conquistarías las estrellas.



3 de enero de 2024


Vagabundo


No pasa nada estando loco,

solo hay que mantenerse indiferente

ante el escrutinio de las gentes conspicuas.

Es irrelevante tapar la piel con ropas usadas por otros,

pasear con elegancia unos pantalones remendados

con los consabidos refuerzos en rodillas y codos.

Correr bajo la lluvia sorteando a transeúntes con paraguas.

Buscar los rayos reflejados en los escaparates

para danzar, danzar, pues el baile es el arte de los locos.

Y de los vivos.

 

La búsqueda de palabras expresivas

conlleva el continuo intento, la reiterada pretensión

de encontrar las sonoridades que otros desperdician,

por olvido, por cansancio, por aburrimiento.

 


Correr tras las más sonoras,    

cabriolar entre los sonidos

y rozar alguna vez el anhelo.

 

Trotamundos loco.

29 de diciembre de 2023






 

Transferencias

 

 

Traspasar la culpa a otro es imprescindible para mantener el tipo.

Escoger la impunidad como método.

Por las noches nos encontramos con toda clase de perversiones.

No veo la necesidad de ser un imbécil,

pero no acarrea ninguna ventaja ser listo.

Repetir continuamente una mentira

es condición suficiente para que sea verdad.

Todavía esperamos su inminente llegada.

 

Mientras tanto, esperamos tiempos mejores.

Aguardo impaciente el paraíso prometido

en esta época de olvido.

Voy a denunciarte.



17 de noviembre de 2023

 



Quebrarse por el dolor
.


 

Siempre hay gente dispuesta a matar por su ideología,

por nuestro provecho,

por salvarnos a todos.

Para nuestra ganancia.

 

Nunca ha funcionado, siempre ha ido a peor.

 

 

Una bandada de buitres vigila nuestra agonía

para descender con los últimos alientos.

Se lanzan.

Se abalanzan y caen

sobre el cuerpo trémulo del moribundo.

Sobre el postrero suspiro.

 

Comienzan a tirar de la piel rasgándola,

añadiendo jirones de dolor

a los momentos previos a la muerte.

Un festín de carne finada, o casi,

en estos campos de batalla.

 

Por las ciudades desfilan héroes desconocidos.

 

No busques la muerte, ya vendrá ella a buscarte.

No aceleres el tránsito.

No quieras ver de cerca sus cuencas vacías.

 

 

Ir al Tártaro, al Elíseo, vagar por los campos de Asfódelo.

Un perro de tres cabezas acecha, vigila todos los caminos.